La frecuencia de onda nos indica el número de ondas que existen en cada segundo. Así, una frecuencia muy alta implica una mayor concentración de ondas por segundo que ocasiona que la cantidad de energía aumente y, a mayor energía mayor potencia.
A esta percepción que una persona recibe se llama volumen, que es invariable (en las discotecas se percibe un volumen alto debido al lugar cerrado, a la reflexión de la onda y a las características de las paredes, pero este volumen es el mismo que si se tocara, por ejemplo, en un parque).
La potencia acústica es la relación entre la energía de la onda sonora y el tiempo. Su unidad es el vatio (watt).
Cuando la potencia acústica se relaciona con el área de influencia de la onda sonora tenemos la intensidad. Así, la intensidad se mide en watt/m².
Ante una potencia acústica invariable:
- Si el área disminuye la intensidad aumenta (por ejemplo, en locales cerrados).
- Si el área aumenta la intensidad disminuye.
La intensidad del sonido fluctúa entre el umbral de audición que en el oído humano es de 10⁻¹² watt/m² hasta llegar a la sensación de dolor que es de 1 watt/m².
Al estar la intensidad medida en watt/m², su escala lineal es muy amplia al medir la intensidad de los diferentes sonidos. Es por ello que se usa una escala logarítmica cuya unidad es el decibelio (dB).
Así tenemos: B = 10 log₁₀ (I/I₀), donde I₀ es el umbral de audición medido en decibelios o decibeles.
Si comparamos un sonido de 40 decibeles con otro de 60 decibeles quiere decir que el último es 100 veces más intenso que el primero.
En la actualidad existen aplicaciones que son descargables en los teléfonos móviles, como por ejemplo, sound meter y otras, con las que usted puede determinar si el ambiente en el que se halla es peligroso para sus oídos.